Tenemos una castellariega que se ha especializado en el periodismo de sucesos, y lleva más de 25 años contando crímenes en ABC, y creciendo a pasos agigantados, haciendo que muchos nos sintamos orgullosos de que una castellariega haya conseguido abrirse paso en el mundo del periodismo, y que esté dejando su impronta a nivel nacional, fruto de su trabajo y de su tesón.
Cruz Morcillo presentará el próximo viernes 30 de julio, su última obra, "Departamento de Homicidios", en el pueblo que la vió nacer, en un lugar mágico como es nuestra, SU Colegiata de Santiago, ese lugar que tantas veces habrá paseado y disfrutado en su niñez.
Se trata de una crónica negra de España a través de las confesiones y recuerdos de dos policías y dos guardias civiles que investigaron en primera línea algunos de los homicidios más mediáticos, trágicos y misteriosos de las últimas décadas. Entre ellos, el crimen del rol, el caso Bretón, el asesino de la baraja o la desaparición del niño de Somosierra.
«Cuando todos nosotros desaparezcamos, nadie sabrá los trucos, nadie se acordará de aquella vuelta de tuerca que puede desatascar un tema...», dice uno de los protagonistas del libro, y de este hilo tira Cruz Morcillo para describir la coreografía caótica que se desata alrededor de un crimen, desde el levantamiento del cadáver a la, en el mejor de los casos, condena final. Spoiler: no siempre las piezas del puzle encajan.
Departamento de Homicidios desvela las rutinas y anécdotas de los detectives, analiza las transformaciones tecnológicas, científicas y humanas que ha experimentado la investigación de homicidios, radiografía las complejas y fascinantes relaciones que se establecen entre los reporteros y los investigadores, y entre estos y los fiscales, jueces, abogados y forenses. Gracias a décadas de confianza mutua y muchas horas de conversaciones, la autora arma una crónica negra sutil y humana en la que se entretejen la nostalgia, el terror, los reproches, los fracasos, los miedos y los traumas.
Didáctico como un buen manual, este libro se lee como quien escucha —o espía— una conversación secreta.